Las hepatitis virales significan un gran desafío para la salud pública mundial. Por esto, las políticas gubernamentales se orientan hacia la eliminación de la enfermedad para el 2030. El objetivo fundamental de los países que luchan en esta dirección es cambiar el concepto de asistencia integral a las personas que padecen hepatitis, desde la prevención a la cura y desde el diagnóstico al seguimiento, involucrando a más actores.

El escenario sanitario en el planeta y en la región

A nivel global, se estima que en 2015 había 257 millones de personas infectadas por el virus de la hepatitis B (VHB) y 71 millones tenían infección crónica por hepatitis C (VHC). De estas cifras, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que un numeroso grupo de personas está coinfectado con VHB y VHC.

A su vez, según cifras de la Organización Panamericana de la Salud -OPS-, la Región de las Américas tiene cerca de 4 millones de personas con VHB (la mitad en América del Sur) y poco más de 7 millones con VHC (casi un tercio un Sudamérica). La mayor parte de las muertes por hepatitis virales se debe a que las infecciones crónicas por los virus de las hepatitis B y C causan cirrosis y cáncer hepático primario.

Cómo prevenir la hepatitis

En el caso se la hepatitis A y B se recomienda ante todo acceder a la vacunación gratuita incluida en el Calendario Nacional de Vacunación. En cuanto se refiere a la hepatitis A es menester mantener prácticas de higiene, en especial el lavado de manos con agua y jabón. A esto se añade la utilización de lavandina al 1% para lavar todos los objetos que pudieran estar en contacto con materia fecal: baños, juguetes sexuales, etcétera.

Con relación a las hepatitis B y C se debe evitar el contacto directo con la sangre de otras personas, no compartir cepillos de dientes ni artículos personales (agujas, máquinas de afeitar, entre otros). Es fundamental el uso de un método de barrera como el preservativo, campos de látex, guantes o dediles en todas las relaciones sexuales (anales, orales y vaginales). También es importante exigir el uso de materiales esterilizados para la realización de un tatuaje o piercing, o ante cualquier procedimiento médico invasivo y/o estético.

Ante este panorama, es preciso subrayar que más allá de los esfuerzos de gobiernos particulares, en todos los puntos cardinales y divisiones jurisdiccionales, es necesario continuar trabajando en una misma dirección. Esto es, mejorar las acciones de diagnóstico, el acceso al tratamiento en obras sociales y prepagas, las intervenciones de prevención combinada efectivas, la descentralización de la asistencia y micro eliminación. Para ello, y en pos de lograr la eliminación de la enfermedad para el año 2030, es indispensable la acción conjunta de todas las áreas partícipes y de los miembros de la comunidad mundial.

Planificaciones y líneas de trabajo

En las Américas, los nuevos medicamentos antivirales contra las hepatitis B y C pueden reducir cerca del 75% el riesgo de sufrir cáncer hepático. A esto se suma el beneficio para la salud pública, ya que todas las medidas reducirán la incidencia del carcinoma hepatocelular en la región.

En Argentina, la OPS/OMS brinda cooperación técnica para el desarrollo del plan estratégico de hepatitis virales, el monitoreo de los pacientes con tratamiento con antivirales de acción directa (AAD) y está en fase de planificación, un estudio de mortalidad por hepatitis. Adicionalmente -en el marco de la Estrategia ETMI-Plus- desarrollaron monitoreos en Córdoba, Santa Fe, Jujuy y en fase de planificación en Corrientes.

Tal como sucede en el resto de la región Sudamericana -según un informe de la OMS- la mayor parte de los fallecimientos que se producen por las hepatitis crónicas -B y C-, se deben a las secuelas de la enfermedad. Específicamente a cirrosis y hepatocarcinoma. Por esto, es de suma importancia aplicar tratamientos a tiempo y a largo plazo, con medicamentos específicos, que son sumamente eficaces: los antivirales contra las hepatitis B y C pueden reducir en cerca del 75% el riesgo de sufrir cáncer hepático.

Utilización de antivirales de acción directa

En Argentina, desde el 2012 se aplica el Programa Nacional de Control de las Hepatitis Virales que, entre otras funciones, provee tratamiento para personas con hepatitis B y C que no tengan medicina privada u obra social. Entre 2012 y 2015, solo se aplicaron boceprevir o telaprevir + interferón pegilado y ribavirina.

Pero a partir de 2015, la utilización de AAD para el tratamiento de la hepatitis C, revolucionó la perspectiva y modificó el pronóstico de los pacientes afectados al permitir la cura de la enfermedad. Durante ese año, se aprobaron paulatinamente los antivirales en la Argentina, aunque se demoró el permiso para sofosbuvir. Finalmente, la ANMAT decidió su compra y sumó a daclatasvir (Bristol Myers Squibb®) por exclusividad. De modo simultáneo, se adquirieron dos marcas de sofosbuvir: Sovaldi® de laboratorios Gilead (Estados Unidos) / Gador (Argentina) y Probirase® de laboratorios Richmond (Argentina).

Los estudios desarrollados entre 2016 y 2019 en el territorio nacional demuestran que las solicitudes de tratamiento se concentran en pocas jurisdicciones: principalmente en CABA, Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Tucumán. Además, se arribó a la conclusión de que más del tercio de la población tratada es coinfectada con VIH y que hay un porcentaje muy bajo de devolución de datos que permiten constatar la RVS o cura de los pacientes.